En primer lugar debemos preguntarnos el motivo por el que se clora el agua actualmente. Uno de los motivos por los que se redujo la mortalidad en gran medida el siglo pasado fue gracias a la desinfección del agua.
El proceso químico por el cual se desinfecta el agua es la cloración, es decir, la adición deliberada de hipoclorito sódico (el más usado a nivel mundial) que en disolución forma ácido hipocloroso y que más tarde se descompone para formar y estar en equilibrio con el primero, ion hipoclorito. Ambas formas en equilibrio son potencialmente dañinas para bacterias patógenas lo que hace que a concentraciones determinadas tengamos un agua desinfectada y en conclusión potable.
¿Qué proceso sigue el agua potable hasta llegar a nuestro grifo?
Se trata de un proceso que tiene varias fases entre las que está la captación, el transporte, el tratamiento en estaciones especializadas y la distribución. En España el real decreto que regula las condiciones en la que se deben dar estas fases es el R.D 140/2003, en el cual se establecen los requisitos de calidad mínimos exigidos para que el agua que le llegue al consumidor sea potable.
A groso modo, el agua se capta, se transporta, se trata en las denominadas “ETAP” o estación de tratamiento de agua potable, donde pasa por varios procesos (según la calidad del agua de origen) pero los básicos e inamovibles son la filtración (normalmente en varias etapas y de mayor a menor grado de filtración) y la desinfección a través de la adición de hipoclorito sódico, para así distribuir un agua apta para el consumo humano.
Nosotros vamos a centrarnos en este último proceso. No se trata de desacreditar el modo en el que se hace, ni se trata de confundir al lector, solo tratamos de exponer que como todo proceso tiene sus pros y sus contras y de qué modo y qué herramientas podemos usar para evitar los posibles efectos perjudiciales de este proceso.
Como nombramos en otros artículos, aunque las personas que revisan y redactan son expertos, esto no es un blog técnico por lo que pasaremos muy por encima por los conceptos básicos para entender la idea central del articulo.
La desinfección del agua mediante la adición de cloro, es potencialmente dañina para bacterias y otras formas de vida que nos pueden provocar enfermedades, mediante la oxidación de estas. Pero el cloro no solo oxida a las bacterias u otras formas de vida que se encuentren en el agua, también oxida y se combina con otros elementos, materia en suspensión o materia en disolución (al estar en disolución no se aprecia, como los minerales). Esta combinación con otros elementos que no son nuestro objetivo forma lo que se llama subproductos de la desinfección o SPD derivados orgánicos sintéticos productos de esta desinfección, los más famosos o nombrados los trihalometanos aunque existen mas subproductos derivados de la desinfección.
Nuestra exposición a los trihalometanos se puede dar tanto por vía oral (ingerida con el agua de bebida), absorción cutánea (la ducha o piscinas u otras estancias cloradas) o inhalada (el vapor de agua que se produce en la ducha por ejemplo).
Aunque el ratio riesgo/beneficio es favorable a la desinfección vía cloración del agua, la exposición para la salud humana de los subproductos de la desinfección no debe obviarse.
La literatura científica expone que la exposición a los SPD a través del agua clorada durante largos periodos de tiempo está asociada a efectos adversos para la salud como pueden ser daño en las funciones reproductoras, daños en el desarrollo fetal o asociación positiva con determinados tipos de cánceres como el de vejiga o colón, que aunque no son datos totalmente concluyentes, en los estudios se puede ver cómo las poblaciones más expuestas a subproductos de la desinfección están más expuestos a padecer cáncer de vejiga, por lo que se puede ver una clara relación dosis respuesta.
Si tenemos en cuenta que, aunque en España, la calidad del agua es buena, aunque es cambiante según el lugar, fenómenos meteorológicos y otras muchas variables que pueden aumentar la demanda de cloro y por consiguiente los SPD, siempre vamos a estar expuestos a estos subproductos y a otros que no hemos nombrado en el articulo.
¿Cuál puede ser una solución a este problema?
Como nombramos en el articulo sobre los filtros de agua, la Unión Europea está impulsando el uso de agua del grifo que es agua potable de la que hemos estado hablando. Por lo tanto qué podemos hacer para reducir nuestra exposición a estas indeseables moléculas:
- Instalar filtros en nuestros grifos o comprar jarras filtrantes. En nuestro articulo de los mejores filtros para el agua te analizamos los mejores del mercado, una alternativa a tener en cuenta que nos permitirá dejar de consumir agua embotellada, lo que se notara en nuestro bolsillo y nuestro ambiente.
- Usar filtros en el grifo de la ducha. Otra alternativa bastante viable y económica que no nos supone ningún esfuerzo.
La tecnología usada en este tipo de filtro, de la que hablamos en nuestro articulo sobre la filtración del agua es carbón activo, que es capaz de reducir los trihalometanos en el agua tanto por la absorción de los mismos como por su reducción de la materia orgánica al paso por el filtro.
Conclusión
El sistema que actualmente se usa para que nos llegue a nuestros grifos un agua sanitariamente aceptable es una medida eficaz para combatir las enfermedades de transmisión hídrica que tan mortales fueron en siglos anteriores. Esto no quita que el sistema aun no este optimizado y muchas veces por las condiciones de origen del agua se formen sustancias indeseables a las que estamos expuestos continuamente y por varias vías, además relacionadas con pobre efectos para la salud. De una manera fácil, económica y sencilla podemos acceder a filtros domésticos para nuestros grifos ya sean los de la ducha o los que usamos para beber o cocinar que reducirán la carga de estas sustancias amortiguando en gran medida el problema.
Esperamos que os haya gustado y no esperéis para cuidar vuestra salud.